Claudia Sheinbaum promete trenes, historia y hasta milagros en Querétaro
Con porras, aplausos y hasta gritos de «¡Presidente!», la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, llegó a la comunidad de Quintanares para cumplir un viejo anhelo: dar el banderazo al largamente prometido Tren Ciudad de México-Querétaro. Según dijo, esta vez sí va en serio, porque «el compromiso se cumple»… como si no hubiéramos escuchado eso antes.
Acompañada del gobernador Mauricio Kuri González, a quien agradeció «todo el apoyo» como si fueran viejos aliados de campaña, Sheinbaum aclaró que las elecciones ya pasaron y ahora todos deben gobernar en amor y paz. «Lo mejor es ponernos de acuerdo en todo», afirmó, mientras la multitud seguía coreando y el futuro del tren parecía prometer más que las obras mismas.
La presidenta también hizo un recorrido turístico de sus promesas: recomendó a los asistentes visitar el Tren Maya –ése proyecto «excepcional» lleno de hoteles militares–, y recordó el nuevo Tren de Carga que conectará con el Tren Interoceánico. ¿La visión? Un México con trenes a todas partes, aunque para mover mercancías y turistas antes que pasajeros cotidianos.
No faltaron los anuncios épicos: Querétaro, además de ser «un destino importante», ahora será un «gran centro ferroviario». Para que no queden dudas, prometió iniciar la construcción del tramo Querétaro-Irapuato en julio y, en sus palabras, “irse hasta donde aguanten los rieles”: Irapuato, Guadalajara, Saltillo y Nuevo Laredo. Todo, claro, dentro de su sexenio. Optimismo sobre rieles.
Por supuesto, no podía faltar el toque institucional: la Sedena se encargará de construir, operar y cuidar los trenes. «No hay nadie mejor que ellos», aseguró Sheinbaum, garantizando que las obras no se privatizaran, porque si algo hemos aprendido, es que cuando los militares administran, las cosas… al menos no se privatizan.
Y para cerrar con broche patriótico, anunció que la estación final en Querétaro llevará el nombre de «La Corregidora», como homenaje a la historia nacional. Todo envuelto en aplausos, vítores y promesas que, si bien suenan conocidas, esta vez –ahora sí– parece que llegarán en tren.
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