Se tambalea el Museo del Nacimiento… y no por un temblor, sino por falta de apoyo
El único Museo del Nacimiento a nivel internacional podría apagar sus luces, y no precisamente porque se haya ido la luz, sino porque su fundador, Fernando Beltrán Salinas, ya no da más. “Ya no puedo, ya no quiero, ya me cansé”, dijo sin rodeos, tras casi seis años de mantener con su propio bolsillo y mucho corazón este recinto cultural que, curiosamente, pocos valoran… pero muchos elogian cuando amenaza con cerrar.
Con más de 800 nacimientos en exhibición —y otros tantos guardados como si fueran oro navideño—, el museo nació (como debe ser) por iniciativa de su esposa, y durante 25 años la familia Beltrán se dedicó a coleccionar figuras, escenas y tradiciones de todo el mundo. “En la casa ya no cabíamos nosotros”, cuenta Fernando con resignación entre bromas, “pero los nacimientos sí tenían su altar”.
Y aunque el proyecto ha generado emociones, abrazos de niños, clases de teatro y hasta proyectos universitarios, lo cierto es que también ha generado facturas, nóminas, mantenimiento y un cansancio que ya cobra factura. “Esto me está enfermando”, confesó el fundador, quien ahora busca ceder la estafeta. “No necesito un milagro, con un buen patronato me conformo”.
Beltrán asegura que no busca culpables, pero reconoce que el apoyo institucional ha sido más escaso que visitantes un lunes por la tarde. “Tal vez fue falta de pericia mía, no supe por dónde moverme. Lo que sí supe fue abrir las puertas, invertir tiempo, dinero y salud”, declaró. Por si fuera poco, ante la falta de ingresos, las clases de teatro están a punto de decir adiós también. “Y eso sí que es triste, porque las risas escasean más que los recursos”.
Y aunque una buena alma ya insinuó la posibilidad de comprar el edificio y fundar un patronato, Fernando —medio esperanzado, medio resignado— dice estar en modo de espera: “Yo no tengo prisa por cerrar, pero sí urgencia por dejar de estresarme. Que lo salve quien lo valore”.
Por lo pronto, el museo sigue abierto de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas. La entrada incluye una buena dosis de arte, historia, y quizá la última oportunidad de conocer un espacio único… antes de que se convierta en leyenda.
Debe estar conectado para enviar un comentario.