Ahora resulta: la seguridad en Querétaro se defiende con civismo y trabajo comunitario

En tiempos donde la seguridad en México es sinónimo de operativos militares, patrullajes con drones y discursos con tono grave, Querétaro le apuesta a algo mucho más… cívico. Según el Asesor en Políticas Públicas del Estado, Juan Martín Granados Torres, la receta mágica para contener la delincuencia está en el modelo de justicia cívica. Y no, no es broma.

Durante su reciente visita a San Juan del Río, Granados aseguró que el modelo ha logrado algo que pocos pueden presumir: reducir la incidencia delictiva en un 6.10% en comparación con el año anterior. ¿Cómo? Con reglamentos, policías “más cercanos” a la gente y, por supuesto, sanciones ejemplares como recoger basura en el parque por portarse mal con los vecinos.

“El trabajo comunitario ya es parte del paisaje”, dijo el funcionario, con la esperanza de que ver al “pendenciero de la colonia” pintando bancas o barriendo calles funcione como medida correctiva y no como castigo medieval. Lo cierto es que ya todos los municipios lo están aplicando. Sí, todos. Aunque con distintos niveles de entusiasmo y presupuesto, claro.

Según Granados, el verdadero peligro no está en los grandes grupos criminales, sino en el vecino ruidoso que un día termina traficando cristal. De ahí que ponerle atención a las incivilidades sea, según él, el primer muro de contención contra el crimen organizado. ¿Y el ejército? ¿Y las fiscalías? No se preocupe, eso es asunto federal.

Y si alguien se pregunta qué pasa con aquellos que reinciden, pues la respuesta es todavía más reveladora: muchos no son delincuentes, sino personas con problemas de salud. Adicciones, para ser precisos. Pero no hay que alarmarse, porque el sistema también los canaliza a tratamiento. Todo gracias a jueces cívicos que, además de aplicar la ley, detectan trastornos y recomiendan rehabilitación. Un combo entre autoridad judicial y terapeuta.

Mientras tanto, municipios como San Juan del Río ya presumen los frutos de esta justicia ilustrada. Tequisquiapan también se prepara con un nuevo complejo “más operativo” —porque la efectividad, aparentemente, también depende del edificio.

En resumen, Querétaro tiene una fórmula propia para la seguridad: menos patrullas, más reglamentos; menos miedo, más civismo; menos cárcel, más escobas. Si todo falla, al menos tendremos jardines impecables.