Santiago Nieto vota, reflexiona y lanza guiños al futuro de la democracia (y del IMPI también)
Muy puntual y con discurso bajo el brazo, el titular del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), Santiago Nieto Castillo, se dejó ver en la primaria Francisco Monroy Vélez para cumplir con su deber cívico en esta jornada electoral histórica… y peculiar.
Sí, peculiar, porque por primera vez el pueblo bueno y sabio —como diría el clásico— fue convocado no para elegir políticos, sino para tachar números de jueces, magistrados y demás personal judicial, sin logotipos, sin colores y sin promesas de campaña.
Nieto no dejó pasar la oportunidad para hacer pedagogía democrática con micrófono en mano. “Es importante que todas y todos participemos. Hace más de un siglo se votaba por ministros de la Suprema Corte. Hoy volvemos a ese modelo”, dijo con tono entre académico y entusiasta, evocando a Benito Juárez, Ignacio Vallarta y hasta José María Iglesias, como si todos los votantes los tuvieran frescos en la memoria.
Eso sí, reconoció que el sistema no es exactamente lo que el votante promedio esperaría. “No hay emblemas, se vota con números. Pero fue lo que mandató el legislador”, explicó. Por si alguien se perdió, el INE hasta habilitó una plataforma para que la gente pudiera practicar su voto. “Yo la usé, y funciona. Podría ser el futuro: una votación electrónica sin tanto papel ni casilla.”
Y como quien no quiere la cosa, también lanzó dardos a quienes llamaron a no votar: “La democracia se construye con participación. No hay más. O votamos, o nos callamos después.”
Sobre Querétaro, aclaró que la reforma judicial todavía está en pausa, pero que hay tiempo: la Constitución da plazo hasta 2027. Mientras tanto, aquí la elección sigue siendo espectáculo ajeno.
Eso sí, cuando se le preguntó por la baja participación, Nieto sacó la carta del “es un proceso nuevo, hay que acostumbrarse”. Y quizá tenga razón: votar sin colores ni fotos y por candidatos que no hicieron campaña suena más a Sudoku que a elección.
Y ya cuando parecía que el tema se agotaba, llegó la pregunta sobre su trabajo en el IMPI. ¿La respuesta? Breve, diplomática… y sin detalles. Como buen funcionario, dejó el misterio en el aire. Porque una cosa es hablar de democracia y otra, muy distinta, ventilar los operativos del Instituto.
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