Querétaro se seca y el campo sobrevive… a punta de gotero

Que no le digan, que no le cuenten: Querétaro está más seco que nunca. De los 18 municipios del estado, 11 ya están en sequía extrema y los otros siete no cantan mal las rancheras, pues están en sequía severa. Así lo soltó sin rodeos Raúl Medina Díaz, director estatal de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), al confirmar lo que ya se huele, se ve y se agrieta: no hay agua.

«El cambio climático no es cuento», dijo el funcionario mientras mostraba la imagen actual de la presa La Llave: completamente seca, resquebrajada, como si de un viejo cascarón se tratara. Hace apenas tres años, esa misma presa estaba tan llena que hasta desbordaba. Hoy, ni rastro de humedad.

Y no solo se trata de presas vacías. Pozos, acuíferos, ríos y lagunas bajaron la cortina. Resultado: más de 60 mil toneladas de alimentos que dejaron de producirse en los últimos dos años. El campo está en crisis y el cielo sigue sin cooperar.

Pero si algo tienen los campesinos queretanos es ingenio. Y como ya no pueden sembrar en tierra, ahora cultivan en fibra de coco. Sí, leyó bien. Con la técnica de la hidroponía —esa que riega con precisión milimétrica y sin desperdiciar una gota— están sacando adelante invernaderos enteritos de pimiento morrón que producen hasta 10 toneladas al mes. ¿Y la tierra? Bien, gracias. Ni la necesitan.

“La ventaja es que aquí cada plantita recibe lo que necesita, sin tiradero de agua. Lo que no pasa en el gobierno, pasa en el campo”, bromeó uno de los productores que, entre gotero y gotero, ya cosecha también fresa, papaya, pepino y hasta naranja… sin tierra y con poca agua.

Por si fuera poco, también están recolectando el agua de lluvia —cuando cae— para regar cultivos de fresa. Y donde antes cabían ocho plantitas por metro cuadrado, ahora caben hasta 16. No es magia, es ciencia con sentido común… ese que a veces hace falta en otros niveles.

Mientras las autoridades siguen esperando que llueva milagros, el campo queretano se reinventa con creatividad, fibra de coco y mucha paciencia. Porque si no hay agua, al menos que haya ingenio.